Tuesday, March 01, 2016

La triste realidad del Comunicólogo en México (o mejor dicho: "Mi precaria y frustrante situación laboral y profesional")

Saludos a la gente que vino a leerme. Ya sé que los blogs ya nadie los lee, qué bueno, pero no está de más saludar al curioso...


Han pasado 16 años que egresé de la universidad y 12 años de haberme titulado como "Licenciado en Ciencias de la Comunicación" y créanme que la vida universitaria ha sido una de las pocas experiencias más interesantes, memorables y que estimo mucho de lo que llevo en vida; por mucho que uno puede sufrir en esa post-adolescencia los años universitarios son los mejores que a uno le pueden pasar, y más si es cuando escoges la carrera que más te gusta.

El que haya elegido Ciencias de la Comunicación no se debió a un trabajo excepcional de quienes imparten esa "orientación vocacional" en las escuelas preparatorias, para nada. Mi vida en aquellos años -quizá desde mucho antes- estuvo relacionada con la apreciación del arte, la creatividad, la imaginación y todas aquellas disciplinas que generan arte o aplican el arte para ofrecer cosas interesantes al mundo. Creo que por ahí iba mi "sabia" decisión. Siempre me gustó escribir (vaya, aún tengo un blog), tocar algún instrumento musical, crear historias con mis juguetes en la infancia, fingir que tenía un programa de radio o ser protagonista de una serie de TV; me encantaba leer cómics, hablar de deporte, de cine, entretenimiento, etc. Todo esto lo sigo haciendo, independientemente de estudiar Comunicación pero lo comento porque es lo que te dicen que es "dedicarte" a la comunicación

Entonces, tenía tres opciones para estudiar y "ser alguien y hacer algo en la vida": 

1. Psicología: tenía un profesor en preparatoria que admiro mucho y es psicólogo, un día en la plática de alguna clase nos contó la decisión del porqué estudió eso; no recuerdo ahora muy bien toda su explicación pero lo que sí se me quedó fue que si teníamos pensado estudiar la misma carrera que él teníamos que mentalizarnos a que terminaríamos dando clases en alguna prepa, como él. Opción descartada. Eran finales de los noventa del siglo XX, creo que hoy puede ser que los psicólogos tengan mejores oportunidades.

2. Música: Mi familia siempre estuvo arraigada con la música, tanto como fanáticos como practicantes y profesionales. La música ha sido parte de mi vida desde que yo recuerdo. En tiempos de adolescencia y entrados a los 20 pues, me llegó esa cosquilla de hacer mi propia música con un grupo de cuates, amigos, gente que tuviera la misma pasión que yo; y sí, lo logré. Tanto que llevo casi 20 años tocando para públicos. Pero no me decidí hacerlo de manera "profesional", siempre he sido un musiquete de esos que les dicen "líricos", medio analfabeta funcional, digamos. Las escuelas de música buenas en mi país están en la capital y, habiendo emigrado de esta, creo que mis padres no les resultaría una buena decisión si tendrían que pagar algún hospicio o la "mensualidad" o yo qué sé (y pensar que años después, dos exactamente de entrar a la "uni", mi padre tuvo que regresar a la ahora CDMX para tener un buen trabajo con mejor sueldo porque el estado de San Luis Potosí tiene uno de los salarios más bajos del pais, gracias, pinche Carlos Salinas de Gortari).Y para rematar, entre esos momentos de decisión escuché a alguien cercano de la familia o la escuela, no recuerdo, que los músicos "se mueren de hambre" y que terminan de maestros en una secundaria enseñando a tocar la flauta. Descartado, también.

3. Comunicación: La escuela estaba cerca de mi preparatoria, la conocía un poco, conocía algunos alumnos de ahí porque eran amigos o conocidos, bueno, por ese lado no voy a un lugar desconocido; tendría la misma ruta que hacía para ir a la preparatoria. Por el lado académico, habían cuatro semestres de materias enfocadas a la psicología y otras más, muchas más, enfocadas a la creatividad en todas las disciplinas posibles y si no las habían indirectamente todo nos llevaba a la famosa "creatividad". Podía ver un poco lo que en psicología se encarga y podía seguir relacionado con la música quizá no de manera instrumental pero sí desde la perspectiva técnica en producción de audio. OK, se queda Comunicación.

Trámites, exámenes, más trámites, un examen. Listo, ya entré.
De verdad, no me emocioné cuando vi el resultado aprobatorio. Sinceramente creí que el pasar el examen de admisión era apenas el principio...no había por qué celebrar, dar brincos o que me felicitaran.

Creo que muchos les pasa cuando entran a estudiar esta carrera es que en verdad quieren ser locutores o salir en la TV, o al menos eso lo creían algunos en mis tiempos, pero no, todavía, y lo puedo asegurar por el trabajo que tengo. En fin. Pues en los primeros días de clases este era el discurso de los docentes: "Aquí no vienes para salir en la TV, no necesitas estudiar Comunicación solo para agarrar una cámara o andar de merolico". Muchos alumnos desertaron. Uno de ellos, de los que se fueron inmediatamente, ahora lo veo saliendo en comerciales del gobierno mexiquense y de HEB, bien por él.

Yo, por mientras, me interesaban más las materias. Obviamente las enfocadas a la sociología, teorías de la comunicación, psicología, etc. Era claro que las pocas matemáticas que me dieron ahí, Estadística, no era nada bueno; que ahora puedo decir que fue culpa del profesor pero pues, ya ni para qué quejarse, ya me titulé. Mi relación con la música, el cómic y otras artes seguían y en cada trabajo era permisible sacar a relucir nuestras habilidades artísticas y creativas. 

No me puedo quejar del perfil que me forjaron en mi Universidad y hasta hoy lo sostengo. No me hicieron para salir en la TV, no me dieron ganas de ser locutor de radio, no quise ser aplicante para el CEA, ni ninguna mamada de las que mucha gente cree que es ser comunicólogo.

El asunto es cuando te enfrentas al mundo real. Parece cliché y más en un país tan jodidamente atrasado en muchos aspectos como en México.

Salir a buscar trabajo como comunicólogo fue un cubetazo de agua fría, un "ice bucket challenge" del mundo laboral, real. Es un "despierta, no hay trabajo para tu viajecito de comunicólogo". Inmediatamente decidí irme hacia el mundo nuevo del Internet, el diseño gráfico y la publicidad; aprendí un poco de esto y de lo otro y logré conseguir trabajo gracias a esas habilidades casi emergentes en mí. 

Cabe decir que en medios de comunicación busqué muchas oportunidades en los medios locales y, como suele pasar, si no es por la "falta de experiencia" era porque "luego te llamamos". Pero la razón era de que sentía un nepotismo que salía como lava incandescente en los medios de comunicación y si así era para que reclutaran gente, no quería imaginarme la tendencia editorial con la que trabajaban. Nunca más pedí empleo a medios hasta que llegara uno y me lo ofreciera. Y fue así.

Estuve colaborando para una editorial nacional, escribiendo y ayudando a corregir horrores ortográficos. ¿La paga? en especie, no se podía más. Pero me sentí muy realizado y muy orgulloso de mis artículos y entrevistas, redactadas y diseñadas desde la comodidad de mi hogar, en mi computadora y no estar en ascuas a ver en qué trabajito te mandan cubrir. Mientras pasaba esto, mis habilidades como diseñador publicitario (no gráfico) iban dándome satisfacciones tanto monetarias como personales. Solo que llega un momento en que todo termina. Y el trabajo de diseño, salariado, con beneficios de seguro, infonavit y eso, terminó. Hora de volver a otra realidad: el freelance.

Creo que aquí empecé a comprender a los diseñadores gráficos que, así como los comunicólogos, abundan en el territorio laboral. Pude conseguir clientes que les hiciera su publicidad, me hice cargo de páginas web, promociones, etc. Mientras tanto, la tecnología iba alcanzando todos los rincones del mundo y llegó un momento en que mi trabajo ya no era ni bien pagado ni muy recurrido.

Otra vez me encontraba en un limbo laboral y profesional. Fue en este punto en que pensé por primera vez si estudiar Comunicación, Ciencias de la Comunicación haya sido una buena elección, porque en aquél momento fue "la mejor", pero entre decisiones, decir que la mejor no necesariamente signifique que sea una buena decisión a futuro.

Creo que mi experiencia puede le resultar muy similar a mucho colega. El punto es que de esas tres opciones que tenía en dos estaba la de terminar como maestro. Y llega un momento en que se presenta esa oportunidad para serlo. Maldito destino o yo que sé. Decidiendo y haciendo proyectos para ejercer la carrera de Comunicólogo termino en lo que pude llegar a ser desde un principio si hubiera llegado a ser Músico de profesión o Psicólogo.

¿Y a quién les doy clase? A Comunicólogos. En una Universidad privada como muchas que hay ahora en México que ven las carreras como monederos y que los alumnos, con una pésima orientación vocacional llegan a mi aula con un pesimismo peor al que veía en muchos compañeros. ¿Qué diablos les dices cuando llegan a ti y te preguntan qué otra carrera o escuela es mejor a lo que están cursando actualmente? ¿Con qué cara les digo que así como ellos están yo y muchos otros jóvenes de la generación X estuvimos hace veinte años?

Y hoy es mucho peor el asunto. La vida efímera, la de la obsolescencia programada, esa vida "consumista" y frívola en la que vivimos ha llegado al tuétano de nuestras vidas, relaciones sociales y decisiones. Tomamos las cosas para el momento justo, no para pensar a futuro. El futuro puede que no exista, por eso hay que decidir ahora. Imaginen con todo ese bombardeo de mensajes EN TODAS PARTES cómo se encuentra el joven de hoy para decidir en lo que se supone -porque nos lo han dicho hasta el cansancio nuestros padres y todas las instituciones- "nos vamos a dedicar TODA LA VIDA". Toda la vida. Eso, en un mundo así, tan fugaz, tan "informativo", es totalmente arcaico.

 ¿Qué momento es la vida para el joven de hoy? ¿Qué le ofrece la vida laboral? A mí, una patada en los webos. Un "alíneate a lo que hay". Mi decisión profesional fue pensada según a lo que yo amaba y quería, a lo que yo creía que era yo, mas no a lo que podría llegar a ser o lo que NECESITABA hacer.

Un país como México, donde las artes y todo aquello que tenga que ver con la creatividad es "para mariguanos, locos, webones, delincuentes", las artes "no dejan dinero", la creatividad solo sirve para armar auto partes en una fábrica de la General Motors, ¿pensar, para qué? no sirve pensar. Lo que se necesitan son obreros, gente comprometida con su trabajo, "que se ponga la camiseta" y esté trabajando catorce horas diarias con un sueldo ahí nomás para sentir que vives y tienes recompensas. Trabajar por y para el arte y que no te digan "webón, delincuente", NINI, es como veo que todos mis colegas recurrimos, DAR CLASE. Confinados a sueldos condicionados según lo que decidan los altos mandos; si la carrera le va bien, "si hay demanda y muuucha lana te puede ir bien", si no, pues ahí "unas horitas, nomás". Y mientras, en las aulas uno viendo  a ver si con lo que uno aprendió allá, en el mundo laboral, lo comprendan estos chavos de hoy y no desfallezcan intentándolo, al menos que terminen y nos demuestren que se puede cambiar...

Bye.